Un curso de escritura perfeccionado con inteligencia artificial: una mirada al futuro de la educación

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Profesor de RIC prepara a sus estudiantes de escritura para la era de la Inteligencia Artificial (IA)

Imaginemos un aula en la que herramientas de IA como Copilot, que ofrece sugerencias, genera contenido y facilita conversaciones con sus usuarios similares a las humanas, se integraran perfectamente en el proceso de aprendizaje, mejorando la experiencia educativa tanto de estudiantes como de maestros. Mientras algunos ven el uso de la inteligencia artificial en el ámbito académico con escepticismo, por temor a que pueda socavar la originalidad o la integridad académica, estas preocupaciones suelen surgir de una comprensión limitada de cómo se la puede aplicar.

Por ejemplo, es fácil pensar en la inteligencia artificial tan solo como una herramienta generativa que podría reemplazar el trabajo que se espera que los estudiantes realicen por sí mismos. Sin embargo, cuando se utiliza correctamente, esta puede servir como un revisor de pares o un socio de pensamiento, que interviene cuando la colaboración humana no está disponible. Este cambio de perspectiva es precisamente lo que el profesor de inglés Michael Michaud se propuso cultivar en su taller de escritura profesional en RIC.

Para guiar las conversaciones, Michaud decidió incorporar el libro “AI and Writing” (La inteligencia artificial y la escritura) de Sidney Dobrin. Al reflexionar sobre dicha inspiración, Michaud explica:

“La primavera pasada asistí a una conferencia profesional con cientos de profesores de escritura y la IA estaba en todas partes. De camino a casa, el chico sentado a mi lado en el avión estaba leyendo ‘La IA y la escritura’. ¿Sabes cómo a veces en la vida te suceden cosas repetidamente y piensas que tarde o temprano, tendrás que prestar atención porque el mundo está tratando de decirte algo?” 

La atención de Michaud se centró en incorporar estudios de IA en sus cursos. Cada capítulo del libro de Dobrin contiene escenarios conceptuales, que fomentan el debate sobre cuándo y cómo se utiliza la inteligencia artificial éticamente. El autor también anima a sus lectores a utilizarla al realizar diversas actividades, permitiéndole al lector llevar su aprendizaje más allá de las páginas de su novela.

De igual manera, Michaud alienta a sus estudiantes a experimentar y descubrir herramientas de IA como ChatGPT y Copilot para mejorar sus habilidades de escritura, a modo de, utilizar la capacidad que tiene esta para proporcionar explicaciones articuladas de comentarios sobre la estructura, el tono y más. Muchos de sus alumnos han descubierto que es un recurso valioso en su proceso de escritura.

“Yo era una tenaz oponente de GenIA. Pero desde que la uso para este curso, he descubierto que es una compañera de revisión y edición inmensamente útil. Puedo pegar un fragmento de mi trabajo y pedirle una lista de sugerencias para revisar; luego elijo con las que estoy de acuerdo y las integro yo misma. Es básicamente como tener una segunda persona que lea tu trabajo”, dice Liz Riccio, estudiante de escritura profesional.

La experiencia de Riccio muestra cómo la IA puede ser una herramienta constructiva para algunos estudiantes, proporcionándoles retroalimentación personalizada. Sin embargo, algunos educadores y estudiantes siguen preocupados por las consecuencias más amplias de la inteligencia artificial en el aula, en particular su impacto en la capacidad de los estudiantes para pensar de manera crítica y trabajar de forma independiente. A otros les preocupan cuestiones éticas más profundas en torno al impacto de la IA en el medio ambiente, incluidas las importantes demandas energéticas para entrenar y operar grandes modelos de la misma.

Estas preocupaciones subrayan la importancia de considerar tanto los beneficios como las limitaciones de la IA, asegurando que su uso se alinee con prácticas y políticas éticas y sostenibles. Con ese fin, Michaud sugiere que la pensemos como una herramienta de accesibilidad.

“Gran parte de la energía y el debate en torno a la IA se ha centrado en la deshonestidad y el engaño académico, pero no se le ha prestado suficiente atención como herramienta de equidad y oportunidades para los estudiantes que carecen de acceso a ella. Necesitamos dedicar más tiempo y energía para enseñar a nuestros alumnos a interactuar con esta de manera eficaz, y menos espacio intentando controlar su uso”.

Aunque la IA puede servir como un tutor de bolsillo, todavía carece de la capacidad de ofrecer la orientación personalizada y matizada que proporciona un educador. Sin embargo, cuando se utiliza junto con una enseñanza eficaz, ofrece una enorme ventaja: el aprendizaje individualizado. Los estudiantes pueden recibir retroalimentación inmediata adaptada a áreas específicas de confusión o mejora, fuera del horario escolar.

En definitiva, el curso de escritura de Michaud ha demostrado que, con la orientación y la conciencia adecuadas, es posible superar los desafíos de la inteligencia artificial. Y si se utiliza correctamente, tiene el potencial de ser una poderosa herramienta educativa que apoya el aprendizaje y desarrollo de los estudiantes.